De acuerdo con el Santoral Católico
tradicional, el 24 de Octubre se celebra en muchos sitios el Día de San Rafael,
no obstante dicha celebración fue reunida por el Concilio Vaticano II con la
festividad de los Arcángeles Gabriel y Miguel en un mismo día, el 29 de
Septiembre.
San Rafael es el
patrón de los enfermos y los hospitales por ser el ángel que trae a los seres
humanos la energía sanadora de Dios. Hace al ser humano recordar que el cuerpo
es un importante instrumento para el espíritu, y por eso debe cuidarse con gran
amor y atención.
El origen de este
nombre viene del Arcángel Rafael. Su significado “es aquel que tiene mucha
compasión por todos los seres, especialmente las personas que tienen algún mal
físico, mental, emocional o espiritual”. Por esta razón, a él se le puede pedir
su intercesión para sanar las enfermedades y males de todo tipo, contra las
adicciones, y para mantener sanos y salvos a los seres amados. El Arcángel
Rafael representa la sanación y purificación del alma y el cuerpo, y por ello
se le considera el patrón de los enfermos, los hospitales y los viajeros. Su
imagen se representa mediante la figura de un peregrine, en referencia a la
historia bíblica de Tobías.
Para la familia Palacios-Cortés y
sus relacionados, el nombre de Rafael y el día 24 de Octubre han tenido una
significación especial por ser el nombre de la cabeza de la familia, Rafael
Agapito Palacios Sánchez, quien aunque nació en Chocontá, vivió la mayor parte
de su vida en Suesca. Allí fue asignado por los Ferrocarriles Nacionales en su empleo
de Fogonero; allí fue donde conoció a quien fuera su esposa, Benedicta Cortés,
y donde construyó su primera vivienda. También fue allí donde estableció su
empresa, “Minas de Carbón San Rafael”, y donde nacieron sus primeros tres
hijos, Luis Felipe, Rafael y María Benedicta.
La ocurrencia de los anteriores
hechos fué en la segunda mitad del siglo pasado. En esta época era muy usual el
bautizar a los hijos con el nombre del Santo que correspondiera en el Santoral
Católico, o tambén se acostumbraba poner al hijo o hija el nombre del padre o
de la madre, y por lo general se celebraba esta festividad religiosa
principalmente, en lugar del cumpleaños. Siguiendo esta tradición, mi padre
recibió el nombre de su padre, y yo el de mi padre, y aunque él nació en Marzo,
se le celebraba su Santo en lugar de su cumpleaños. Recuerdo que se organizaban
reuniones familiares en Suesca, Bogotå, Cajicá, Fusa o Sopó como la que se
aprecia en la siguiente foto, y allí lo agasajaban con abundantes piquetes o
suculentos almuerzos.
El Día de San Rafael era una fecha que
no pasaba desapercibida para nosotros sus hijos (Luis Felipe, Rafael, María
Olga, Gloria Ester, Amparo, Esperanza) y nuestras respectivas familias, en la
cual también nuestros tíos y primos más cercanos acostumbraban visitar a mi
padre donde estuviera, con algún presente, y resultaba una gran reunión
familiar. Con el paso del tiempo el número de asistentes fue disminuyendo, pues
muchos de ellos pasaron a mejor vida, como por ejemplo la tía Lola, quien
mantuvo la tradición hasta su muerte. Entre los asistentes que se mantuvieron
constantes recuerdo a los primos Mestizo, Castro y Palacios con sus familias.
La última celebración de San Rafael que se le
hizo a mi padre fué en Albany, Estado de Oregon en Estados Unidos, hace 8 años,
junto con su hijo y su bisnieto Alan Rafael. Curiosamente, entre sus últimas
palabras recordó ese hecho al decirle a una de sus nueras: “Si sabe Lalis que
yo tengo un tocayito que se llama Alan Rafael?”. Después de su fallecimiento en
Enero de 2007 hemos acostumbrado pagar misas en memoria de su alma, a manera de
celebración.