Son muchos los recuerdos que los miembros de la
familia Cortés-Guáqueta, amigos y relacionados aun conservamos de don Abelardo
Cortés Guáqueta, a pesar de haber transcurrido más de 40 años desde su
fallecimiento. Uno de ellos es la foto siguiente, que lo muestra en el apogeo
de su existencia, al poco tiempo de casado con su esposa Graciela Sánchez, y con
una expresión de felicidad en su rostro.
El propósito de esta artículo es reconstruir algunos
de los principales aspectos de la vida de este personaje, como un
reconocimiento a sus cualidades, méritos y realizaciones, y como un testimonio
de gratitud que sirva a la vez como referente a las nuevas generaciones del
Municipio de Suesca.
Comenzaré por narrar algo de su origen humilde y el
desenvolvimiento inicial de la familia Cortés-Guáqueta, etapa durante la cual
se destacan los trabajos por él realizados, sus luchas y ansiedades, así como
también sus sueños y aspiraciones, y las dificultades que tuvo que vencer en
pos de un ideal.
Juana Guáqueta fue su madre, y Apolinar Cortés su padre.
Ella era muy jovencita cuando se casó (13 años) y él era ya mayor de 35 años al
contraer nupcias en la Iglesia de Suesca hacia el año 1900. En los años 1890s había
trabajado como cochero de Carlos Holguín Mallarino, quien fue Presidente de la
República de 1988 a 1892 y tenía su hacienda en Suesca.
A pesar de la diferencia de edades pudieron
procrear 9 hijos: Marcelino, María Ascensión, Procesa (Prola), Dolores (Lola),
María Helena, Nieves, Benedicta, Abelardo, e Hipólito (Polo). En un artículo
anterior de este blog ya había hecho referencia a la Familia Cortés-Guáqueta y
sus descendientes, lo cual me permite abreviar esta etapa.
Dada la continua enfermedad de Apolinar, le
correspondió entonces a Juana asumir la crianza de los hijos y el sostenimiento
del hogar. Además de la siembra y cultivo de un pequeño terreno heredado de los
padres de Juana, ella misma comerciaba en pequeña escala comprando sal en
Nemocón, y ella misma la cargaba en sus espaldas para venderla en Machetá, o
intercambiarla por productos de primera necesidad en el hogar.
Afortunadamente la hija mayor, María Ascensión
(Maruja), cuando ya era señorita comenzó a trabajar en una hacienda de la familia
Holguín con la cual habia trabajado su padre, y con su escaso sueldo algo les
podía ayudar, o por lo menos les alivió la carga. En la medida en que los hijos
mayores se casaron fueron dejando el hogar, quedando tan solo los hijos menores
al cuidado de su madre.
Abelardo nació el 14 de Febrero de 1917, o sea justo
dos años después de su hermana Benedicta quien había nacido el 15 de Febrero de
1915. Los dos hermanos estuvieron no sólo muy cerca en fecha de nacimiento,
sino también en afectos. No obstante ser uno de los hijos menores, acompañó a
su madre en su lucha contra la pobreza, y desde niño comenzó a trabajar en las
minas de carbón en Suesca.
En
su juventud Abelardo, habiendo ahorrado de su escaso salario como trabajador
minero, construyó en terrenos que había heredado su madre del abuelo Felipe
Guáqueta, una casa donde vivió con “Mamajuanita” como cariñosamente le llamaba,
su hermana Benedicta y su sobrina Inés. Aproximadamente en 1943 se trasladaron
a la nueva casa que aún existe al pie del puente sobre el río Bogotá, y sobre
la carretera que conduce al poblado de Suesca. En un artículo anterior titulado
“Recuerdos familiares” se muestra una foto de dicha casa. Allí Benedicta,
siguiendo la sugerencia de su hermano Abelardo, instaló una tienda, pues él le
decía que “había que ponerle la trampa al centavo”
Un episodio de esta época digno de mencionarse es
cuando siendo Abelardo aún muy joven (22 años) y trabajaba en las minas de San
Vicente. Allí se distinguió como líder obrero, lo que le valió para que lo
nombraran presidente del sindicato. En ese entonces el brillante abogado Jorge
Eliécer Gaitán, después de haber sido Presidente de la Cámara de Representantes
en 1931, había fundado en 1933 un movimiento político (Unión Izquierdista).
Luego fue nombrado Alcalde de Bogotá en 1936.
Como su causa fue siempre social, simpatizó mucho
con los sindicatos y la clase obrera, y en general con los desposeídos. Esto lo
llevó en cierta ocasión a visitar a Suesca en busca de adeptos a su causa
política, y se puso en contacto con el sindicato de la más poderosa mina de
carbón en ese entonces, la de San
Vicente. Fue así como Abelardo organizó la recepción al líder político en
Suesca, y en tal reunión quien llevó la vocería de los asistentes fue su
hermana Benedicta (mi madre), a quien él respetaba y quería mucho.
Años
más tarde, no obstante haber sido derrotado por la división del partido Liberal
en las elecciones presidenciales de 1946, Jorge Eliécer Gaitán se perfilaba
como Director único del Liberalismo y candidato para la elección presidencial
de 1950, pero fue asesinado el 9 de Abril de 1948, protagonizándose uno de los
capítulos más oscuros de nuestra historia, la cual desestabilizó totalmente al
país y sus instituciones.
Como consecuencia de su papel de dirigente sindical,
muchos empresarios del carbón le tenían desconfianza a Abelardo por la amenaza
que él representaba si sus obreros se sindicalizaban y reclamaban sus
prestaciones legales. A la vez se ganó la antipatía de algunos de sus
compañeros, lo cual lo llevó a buscar otro empleo.
Entró entonces en contacto con don Alfonso Bueno
Medina, un paisano suyo a quien conocía muchos años atrás, y quien si apreciaba
las cualidades del joven Abelardo, y le propuso que fuera su capataz en las
minas de carbón que poseía en la vereda de Cacicazgo. Allí se desempeñó por
aproximadamente seis años, desarrollando sus habilidades administrativas y su don
de liderazgo.
Después de esa experiencia, en la que adquirió una
mayor visión del negocio del carbón, decidió iniciar una nueva fase en su desarrollo personal: la de
empresario. Compró entonces con sus
ahorros un lote de terreno que comenzó a explorar en busca de yacimientos de
carbón, y después de invertirle trabajo y dinero por varios meses, logró encontrar la veta del mineral.
Esto cambió el estilo de vida de Abelardo, mas no
su vocación de minero que fue siempre su derrotero. Fue así como con los
ingresos que le producía la venta del carbón pudo construir otra casa en el
pueblo, muy cerca de la plaza principal.
Hacia 1948 Abelardo constituyó la empresa “Carboneras ABC”. A mediados de ese año su cuñado Rafael Agapito se
retiró de los Ferrocarriles, y en esa época estaba para finalizar el litigio
que habían iniciado años atrás para recuperar los terrenos que había heredado
Benedicta de su abuelo materno (ver artículo Recuerdos Familiares en este blog),
donde estaban localizadas otras minas de carbón.
Una vez entregada la finca
correspondiente a su dueña, pero reducida a una tercera parte del terreno
original, Abelardo y Rafael Agapito formaron una sociedad limitada que se llamo
Carboneras Unidas ABC y San Rafael para explotar conjuntamente los yacimientos
de carbón que allí existían.
Como económicamente le
estaba yendo bién, Abelardo compró dos lotes de terreno en Bogotá, en la calle
57 con carrera 8ª, y comenzó a construir en uno de ellos una casa estilo
Inglés. La casa era bastante grande y cómoda: tenía dos pisos y mansarda;
amplio garaje, donde entraban camiones, pues inicialmente alli funcionó depósito
de carbón. En esa época se cocinaba en la mayoría de las residencias en estufas
de carbón, y por lo tanto el carbón era artículo de primera necesidad.
A finales de 1951 terminó la casa, y allí se fueron a vivir tanto Abelardo, como su madre Juana, sus
hermanas Maruja y Benedicta, su hija Clara Beatriz, Rafael Agapito y sus dos
primeros hijos. Por ser grande la casa y varias las personas que allí vivían,
algunas de las sobrinas vinieron a colaborar. Yolanda Mora, hija de Helena
Cortés, le ayudaba a Benedicta en la
crianza de los primeros hijos. Luego se ennovió con Abdón Moncada natural de
Suesca, quien en esa época manejaba un camión de Rafael Agapito, y se casaron en
Suesca, siendo padrinos de la boda Rafael Agapito y Benedicta.
A continuación se muestra
una de las pocas fotos que quedaron de esa casa, tomada en 1953 cuando Clara
Beatriz estudiaba en el Colegio de María, e hizo una presentación de “La
Violetera” en la sesión solemne de ese año. La acompañan sus primos Luis Felipe
y Rafael.
Unos años mas tarde
Abelardo inició otra empresa de gran aliento, cual fue la construcción de un
edificio de apartamentos de 4 pisos y 10 apartamentos en el lote contiguo a su
casa, lo cual le tomó varios años de esfuerzos y cuantiosos recursos
económicos.
Así transcurrió algún tiempo de mutuo entendimiento
y colaboración, hasta que Abelardo empezó a cansarse de tener toda la
responsabilidad sobre las dos minas, y un día le dijo a Rafael Agapito que a él
ya “le dolían los pies bajando a las minas de Benedicta”. Decidieron separarlas, y desde
entonces Rafael Agapito se desempeñó como administrador de las propiedades de
su esposa, creando la empresa “Minas de Carbón Mineral San Rafael”.
Abelardo Cortés Guáqueta logró amasar gran fortuna,
pues además de su casa, vehículo lujoso, edificio de apartamentos, también compró otras minas que extendieron su propiedad a más de 60 fanegadas, todas con
explotación minera y ubicadas en Suesca. Sus ingresos habían crecido también
proporcionalmente, mas asi también los problemas, pleitos, gastos y atenciones
con abogados, ingeniero, autoridades locales y jurisdiccionales.
Fue muy refinado en el vestir, llegando a tener una colección de trajes nuevos, confeccionados por el afamado sastre Prieto Rincón, quien
tenía su sastrería en Chapinero, el principal sector comercial de Bogotá en esa época. En su cuidado personal usaba lociones finas, y se daba gusto en
restaurantes de primera categoría (Témel, Moisés, Maizal, Félix, etc). En
algunas ocasiones nos invitaba cuando éramos niños, para darnos gusto en
“sitios principescos” como él los llamaba.
El además era generoso con los sobrinos, y sus
hermanas. A más de atenciones, también les daba dinero a la mano, sobre todo
cuando éramos niños. A él acudían además todos los miembros de la familia
cuando estaban en dificultades. Pero a la vez algunos de sus sobrinos fueron su
apoyo durante su época de empresario.
El primero en unirse al
tío fue Ricardo Mestizo, hijo de Maruja, quien se casó con Dora Reyes, oriunda
de Santander, y tuvieron siete hijos: Ricardo, Rodolfo, Nubia, Rubén, Ramiro,
Nelson y Juan Carlos. Después de retirarse del Ejército, Ricardo fue el capataz
de Abelardo en las Minas ABC durante varios años, y después se independizó
comprando una estación de gasolina en la carretera Central del Norte, en el
municipio de Sesquilé, en el punto de entrada a la carretera local que conduce
al poblado de Suesca.
Otra sobrina muy cercana
fue Fanny Mestizo, hija de Maruja, quien tenía su casa cerca de la de Abelardo
en la vereda de Cacicazgo. Ella se casó con Julio Maldonado, quien era
peluquero de profesión. “Fanicita” como carinosamente le decimos, era
normalmente la persona encargada de preparar piquetes para ocasiones especiales,
como salidas en pleitos, o invitaciones a abogados o autoridades del Municipio,
paseos o celebraciones familiares como bautizos, bodas, etc.
Otro sobrino quien jugó papel importante en la empresa de Abelardo fue Arístides Mestizo, hermano de
Ricardo y de Fanny, quien trabajó con Abelardo desde cuando estudiaba en la
escuela, y después de prestar su servicio militar en 1952 entró a colaborar con
el tío Abelardo en las Minas ABC. Luego reemplazó a su hermano Ricardo como
capataz cuando él se independizó en 1964,
y allí trabajó hasta finales de 1970.
Fue entonces cuando
decidió casarse con Carmen Alicia Castillo, oriunda de Suesca, y profesora de
profesión. En 1971 Aristides comenzó a colaborarle a Rafael Agapito como Capataz
de las Minas San Rafael hasta 1985 cuando se retiró. Inicialmente vivieron en
una casa a la entrada del pueblo. Como dato curioso su primera hija a quien se
llamó Carmen Alicia igual que su mamá, fue la primera niña que nació en el
entonces Puesto de Salud de Suesca. Después
construyó una casa en Bogotá a donde se trasladó, y allí nacieron tres hijos
mas: Fabio Aristides, Angela María, y Rafael.
La siguiente foto tomada hace
aproximadamente cincuenta años, muestra a Abelardo con su esposa Graciela, su
suegro Manuel, su madre Juanita, y los dos primeros hijos del matrimonio, Mabel
Juana y Abel Iván, en el patio de la casa de la Calle 57.
En la siguiente foto aparecen a la salida del
Teatro Colombia (hoy Jorge Eliécer Gaitán), Abelardo, con Rafael Agapito, Benedicta y sus
hijos Luis Felipe, Rafael, Olga y Amparo, Graciela y su padre, don Manuel
Sánchez. El evento correspondía con el grado de bachiller de Luis Felipe Palacios
Cortés en Noviembre de 1964.
Ya casado y en la madurez de su vida, y cuando
estaba a punto de culminar un segundo edificio en la calle 52 con carrera 16 en
Bogotá, Abelardo ya soñaba con otra empresa titánica: la construcción de un
nuevo edificio de apartamentos, pero de 20 pisos. Desafortunadamente esta
empresa no la alcanzó a emprender, como tampoco llegó a disfrutar el segundo
edificio que construyó antes de morir.
El año de 1971 fue de
grandes acontecimientos, que repercutieron en el transcurrir de la vida de la
familia Palacios-Cortés. El primero fue la celebración de los 25 años de vida
matrimonial de Rafael Agapito y Benedicta, el 27 de Abril; y el segundo fue un
accidente automovilístico que tuvo Abelardo llegando a Bogotá el sábado
anterior a dicha fecha, cuando venía de Suesca con sus hijos Iván y Javier. Por
razones que se desconocen, el auto que venía a alta velocidad, dió tres
volteretas antes de quedar volcado en una cuneta.
Los dos niños salieron
ilesos, pero Abelardo tuvo una fuerte conmoción cerebral y lesiones internas. Abelardo
fue llevado de urgencias a la clínica Shaio al norte de Bogotá, pero no
obstante los cuidados médicos y la tecnología de la clínica, no fue posible
salvarle la vida. Falleció justamente al día siguiente de la celebración de las
Bodas de Plata, a la temprana edad de 54 años.
Se puede decir a manera de
resumen que Abelardo Cortés fue gran luchador y visionario. Gracias a su
esfuerzo y visión, lideró a la familia Cortés-Guáqueta y logró amasar una buena
fortuna como empresario y constructor. Una de sus mayores satisfacciones fue
cuando su hija mayor Clara Beatriz se graduó como abogada en la Universidad
Externado de Colombia. Ese día Abelardo le organizó a su hija una gran fiesta
en el Club Militar. Luego de su grado ella fue nombrada Juez Municipal de Guasca,
y después de Soacha, siguiendo así la carrera judicial hasta alcanzar la posición
de Magistrada de la cual se retiró recientemente. A continuación se muestra una
foto en la que aparece Abelardo bailando con su hija mayor.
Al despedirlo de esta vida
terrena, su sobrino Luis Felipe Palacios Cortés, actualmente médico del
Hospital de Suesca, dijo las siguientes palabras el día de sus exequias frente
al mausoleo de la familia, que conjuntamente habían construído Abelardo y
Rafael Agapito en el cementerio de Suesca:
“Puedes
descansar con la tranquilidad y el sosiego de quien ha cumplido su labor,
de quien ha sembrado la semilla buena y de la que
se esperan los mejores frutos,
pues tu obra fue meritoria y grande,
cual grande es el dolor y el vacio que dejas en
nosotros;
No te venimos a decir adios Tio, sino hasta siempre,
pues permanecerás en nuestros pensamientos y en
nuestros corazones
hasta que un día también nosotros podamos reunirnos
contigo”.
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