Tuesday, February 24, 2015

Definitivamente Suesca es un lugar hermoso!!!

TIEMPO DE VOLAR

Encontré este video en EL TIEMPO de hoy, y estoy seguro que les gustará. Encuéntrenlo en el siguiente enlace

Como dice el título de este post, definitivamente Suesca es un lugar hermoso!!!
Video

Saturday, February 14, 2015

Centenario de mi Madre

Quienes deseen ir directamente al video que muestra las fotografías que se seleccionaron de los principales episodios de su vida, bien pueden dar clic al siguiente enlace:


O quienes deseen leer el relato de lo que fue su vida, con algunos testimonios de sus hijos, bien pueden proseguir leyendo este artículo ilustrado, pues

“Benedicta vive en nosotros!” 




Benedicta Cortés Guáqueta nació el 15 de Febrero de 1915 (hoy hace 100 años). Sus padres fueron: Apolinar Cortés y Juana Guáqueta. Sus hermanos fueron: Marcelino, Abelardo, e Hipólito; y sus hermanas: María Ascensión, Dolores, Procesa, Helena, y Nieves. En el post “Familia Cortés-Guáqueta” publicado el 14 de Junio de 2011 en este blog Suesca Linda, se narra el desenvolvimiento de su hogar de origen, y en el post “Abelardo Cortés – Personaje de Suesca”, publicado el 9 de Septiembre de 2011, se narra el origen, niñez y juventud tanto de Benedicta como de su hermano Abelardo.

Cuando Benedicta estaba recién nacida, su abuelo moribundo pidió que le trajeran el notario a casa para escriturar una de sus propiedades a su nueva nieta. Estando alli con su madre Juana y su tía Estanislada Guáqueta, Felipe Guáqueta le dijo al notario que dejaba una de sus fincas a su nieta Benedicta. Lo que quedó de esta propiedad (una tercera parte) hoy en día es propiedad del Dr Luis Felipe Palacios Cortés, su hijo mayor, quien actualmente presta sus servicios al Hospital de Suesca.
   
A los 31 años de edad, Benedicta se casó con Rafael Agapito Palacios en la Parroquia de Suesca, el sábado 27 de Abril de 1946. Fueron sus padrinos Eliécer Bueno y su hermana Emma Bueno. A continuación se muestra una foto de recién casados, en Girardot, a donde fueron en viaje de Luna de Miel.



Su primera vivienda ya casados fué la casa más próxima al Puente sobre el rio Bogotá, a la entrada al pueblo de Suesca (ver post “Recuerdos Familiares” publicado el 1 de Diciembre de 2010).

Benedicta tuvo siete hijos: Luis Felipe, Rafael, Maria Benedicta (fallecida cuando era muy pequeña), Maria Olga, Gloria Ester, Amparo, y Esperanza Palacios Cortés. Benedicta consentía mucho a sus hijos cuando estaban pequeños. Cuando salía al comercio de Chapinero, en Bogotá, iba con ellos; cuando los llevaba a la peluquería, mientras esperaban turno ella iba a la Bizcochería Cyrano y les compraba bizcochos y kumis para que “recuperaran las fuerzas” después de la peluqueada. Y cuando sus hijos iban a odontología en Puente Aranda, los llevaba luego a la droguería a comer paleta, pues supuestamente eran buenas para cicatrizar las encías después de alguna extracción. También acostumbró hacerse tomar fotografías con ellos en Foto Schimer, en el centro de Bogotá. En la siguiente foto tomada allá, aparece Benedicta con sus primeros dos hijos, cuando el mayor cumplió 15 años (1962).



Cuando la invitaban a reuniones debía ser con sus hijos, o prefería no ir, pues a donde ella iba, iban sus hijos. Como madre amorosa, siempre sintió que sus hijos ocupaban un lugar muy especial en su corazón; ante todo estaban ellos, a quienes amó entrañablemente, deseando para ellos siempre lo mejor. Una mención especial merece el amor y cariño que Benedicta siempre le profesó a su esposo, y la dedicación que le puso a su hogar.

En la siguiente foto, tomada en el Club Militar de Bogotá en el año 1968, aparece Benedicta con su esposo, su hermana María, sus sobrinos Aristides y Ricardo Mestizo con su esposa, celebrando el grado de Doctora en Derecho de la Universidad Externado de Colombia, de su sobrina Clara Beatriz Cortés.



La primera nieta se llamó Sandra Victoria, quien nació en Junio de 1968. Fue bautizada por el Padre Domingo Claro, amigo de la familia, en la Iglesia de Nuestra Señora de Chiquinquirá, como se ve en la foto siguiente. Sus padrinos fueron sus abuelos Benedicta y Rafael Agapito.


Estando en el apogeo de sus vidas, aparecen a continuación Benedicta y Rafael Agapito, cuando asistieron a la boda de un familiar en la iglesia del Divino Salvador en Bogotá, aproximadamente hacia 1970.



En la siguiente fotografía, tomada en el mes de Abril de 1971, aparece Benedicta rodeada de su esposo y sus hijos, conmemorando sus Bodas de Plata.


En las siguientes dos fotografías aparece Benedicta, acompañada de su esposo, y sus hijos en la primera, y sus 11 nietos en la segunda. Fueron tomadas en su casa de la Carrera 4a con Calle 52 en Bogotá, el 15 de Febrero de 1983 cuando ella cumplía 68 años.




En la siguiente foto, tomada en 1984, aparecen Benedicta y Rafael Agapito, con su hijo Rafael y sus cuatro hijos, al salir de misa de Domingo de Ramos en la Iglesia del barrio El Polo en Bogotá.


A continuación se puede ver el interior del Colegio Calasanz Femenino en Bogotá, luego de una presentación en la que participaron Ana María Palacios y sus primas Diana y Ximena Ayala. Las acompañan  sus abuelitos Benedicta y Rafael Agapito, con Gloria Stella y Sandra Palacios,  Tulio Ayala y Amparo Palacios.


Benedicta falleció en Bogotá el 23 de Abril de 1986, a la edad de 71 años, luego de una intervención quirúrgica realizada en la Clínica Palermo de Bogotá. Amparo, una de sus hijas, al retratar la personalidad de Benedicta decía: “El mejor recuerdo que tengo de ella es que fue una mujer que dedicó toda su vida a su esposo, que salía a medio vestirse con tal de no quedarse cuando él salía, siempre pendiente de él, rezando por las noches y pegada en la ventana hasta que él no llegara para ir a servirle su comidita. Fué una mujer excepcional, con mucho carácter, fortaleza y bondad.”    


En la foto anterior aparece el Abuelito con sus hijos (excepto Gloria Ester), visitando la tumba de Benedicta, al regresar su hijo Rafael de Gran Bretaña, en Octubre de 1986.

Sandra Victoria Palacios Vargas, la primera nieta de Benedicta, contribuyó con el siguiente relato durante la elaboración  de la Memoria de los Abuelos que se escribió en Marzo de 2007:

“Mi Abuelita, ‘doña Benedicta’ como la llamaban amigos y conocidos de la familia, fue una mujer de una sólida fé en Dios y gran devoción a la Virgen María en sus diferentes acepciones, tales como la Virgen de la Salud de Bojacá o la Virgen del Perpetuo Socorro.  Al salir de misa siempre rezaba oraciones frente a los santos en la Iglesia Nuestra Señora de  Chiquinquirá, incluído San Martín de Porres.  Ella y mi abuelito rezaban el Rosario todas las noches; si nos encontrábamos de visita a esa hora los acompañábamos. Recuerdo que en el mes de mayo pagaba en esta iglesia una misa y el Rosario en nombre de la familia, a la cual asistíamos todos”.

“En cuanto a su personalidad, creo que ella era de buen genio, ya que no me acuerdo que ella me hubiera regañado nunca; por el contrario recuerdo que siempre llevaba dulces marca Charms en su cartera,  que ella llamaba su carriel, para sus nietos”.

“A ella le gustaban las celebraciones familiares como la novenas navideñas, cantaba villancicos y se acompañaba con las maracas o la pandereta. No dejaba pasar por alto los cumpleaños; era de las primeras personas en llamar a felicitarme temprano en la mañana, me decía: ‘que tenga  luengos y felices años mija’.  En las reuniones  en su casa preparaban arroz con verduras y lo servían amoldado en una taza, con ensalada de papas y consomé de pollo. En ese entonces la industria avícola y la producción masiva no estaban tan desarrolladas por lo que el pollo era algo especial en el menú,  gelatina y no me acuerdo que más. No sé si los pollos que consumíamos eran del gallinero que había en el patio. Por supuesto que no faltaba el ponqué: mi abuelito nos llevaba con ella y mis tías a comprar ponqué de fresas y crema en la bizcochería Vasca en la carrera 13 con calle 64; creo que con el tiempo cambiamos a los ponqués del Pan Fino”.

“Durante mi niñez y adolescencia mis hermanos y yo acostumbrábamos visitar a mis abuelitos por lo menos una vez en la semana, caminábamos desde nuestra casa en la calle 55 con carrera 5ª hasta la casa de ellos en la carrera 4ª con calle 52. A veces pasábamos por el Pan Fino a comprarles un brazo de reina, pan, o bizcochos. Lo único que no me gustaba de nuestra ruta era la pasada por una casa que quedaba en la Calle 54, diagonal a la de la familia Acero, donde un perro pastor alemán ladraba cuando pasábamos por el frente; los perros me daban muchos nervios entonces. Jugábamos con nuestros primos más pequeños y ella nos atendía con onces que usualmente eran café con leche, huevos pericos, y pan del Pan Fino, o un sandwich de bocadillo derretido con queso que preparaban en una sandwichera de marca Imusa que se calentaba en la estufa”.

“Recuerdo también los paseos a Suesca: siempre pasábamos por la tienda de don Luis Moncada a comprar pan, arequipes, panelitas de leche y unos panes planos que parecían como una arepa (“arepa de Tilo”), también pasábamos por la tienda de la esquina de la Plaza principal creo que a comprar mantecadas y colaciones, no estoy muy segura de qué era lo que comprábamos en esta tienda, la memoria no me alcanza”.

“En los paseos a Fusa, el Rosario al pasar por el Alto de las Rosas no faltaba, ni siquiera para los que intentaban dormir. Siempre pasábamos por los Quesos del Puerto a comprar queso doble crema, y a la llegada al pueblo parábamos en la plaza de Mercado a comprar provisiones para la estadía. Antes de salir del pueblo comprábamos helados de frutas que eran deliciosos y baratos, luego almorzábamos en el restaurante Don Pedro; las sobras se le llevaban a los perros que salían a saludar.  Lo primero al llegar era ventilar la casa. Salíamos a caminar, a veces subíamos a la escuela de la vereda, íbamos a donde los vecinos como don David, el Capitán y doña Blanca. Recogíamos mangos, uvas, guayabas o naranjas dependiendo de lo que estuviera en cosecha”.

“Lo primero en la mañana era el tinto y la ronda de aguardientes, después era la hora de un buen desayuno con chocolate, el caldo de pata que había hervido toda la noche,  los huevos con cebolla y tomate, y los sandwiches de queso derretido. Del menú de Fusa todavía tengo gratos recuerdos de los plátanos hartones al horno que estaban rellenos de queso y bocadillo. El Rosario en la noches no faltaba en nuestras estadías en Fusa”.

“Mi abuelita se mantenía en contacto con sus parientes y amistades a quienes llamaba periódicamente o visitaba cuando podía, recuerdo acompañarla a visitar a Matildita Cortés su prima, quien vivía con Mario Navarrete y su familia en el sector de Techo. También visitábamos a la tía Nieves, quien vivía con sus hijas en el sector de la calle 80. Mi papá y su conductor nos dejaban temprano en la tarde, y nosotras regresábamos en buseta a la casa”.

“Otro aspecto que recuerdo es que le daba comida a una viejita que creo recogía botellas y cartones, la viejita se sentaba afuera del portón de la casa a almorzar”.

Rafael Enrique Hernández Palacios, cuando se estaba elaborando la Memoria de los Abuelos en Marzo de 2007, escribió: “Al día de hoy me gustaría saber mucho más acerca de ellos dos, historias tan bonitas sólo se pueden dar cuando se tienen dos personas tan especiales y únicas como ellas protagonizándolas. Todos nosotros, nietos, bisnietos, tíos, tías, somos semillitas que existimos y tenemos ‘nuestras propias alas’ gracias a ellos. En mi caso personal, en este momento de mi vida en el que estoy empezando una nueva familia junto con mi esposa, tal vez mi más importante meta personal es poder tener una familia tan única, especial y unida como la de mis Abuelitos. Sinceramente éste es mi sueño, y sé que no es fácil, pero por otro lado sé que si en un hogar hay comprensión, amor, diálogo y, sobretodo con la ayuda de Dios, éste será un sueño que me será fácil convertir en realidad.”

“La historia de los Abuelitos en mi opinión es un modelo de vida a seguir, un ejemplo de lo grande que es Dios, y muy seguramente es un ejemplo que todos nosotros como nietos y siguientes generaciones queremos seguir. Al no estar mis Abuelitos presentes, es nuestro deber y obligación ser esas personas de bien que ellos siempre fueron, llevar esa imagen siempre en alto”.

Al pedírsele a Esperanza Palacios, la última hija de Benedicta, que escribiera alguna nota acerca del acontecimiento que hoy celebramos, aportó el siguiente texto:

CENTENARIO DE MAMA

El Centenario de Mamá me llena de un profundo agradecimiento por todo lo que sembró en mí, mi mamá me enseñó el significado del amor incondicional, la entrega, la unidad, la solidaridad y principalmente la fe en Dios y la Virgen.

Cuando pequeña, yo la acompañaba a la iglesia y mi mami le oraba a cada santo: San Martín de Porres, la Virgen del Perpetuo Socorro, la Virgen del Carmen, la Virgen de la salud, al Sagrado Corazón de Jesús… hoy comprendo lo que hacía y ahora yo también hago lo mismo.

Es increíble como aquellas cosas en que no hacía caso a mi mami, en mi época de adolescente, hoy día las hago con mayor convencimiento: ir a misa, rezar el rosario, comer verduras, no desperdiciar la comida (“aquí no hay perro”), cuidarme del sereno, abrigarme bien…

Mi mami tenía un gusto especial por ver matrimonios y ahora cada vez que paso por una iglesia y están celebrando uno, por más afán que tenga, me detengo a observarlo con gusto.

Mi mami siempre llegaba con un bocadito envuelto en una servilleta, fuera a donde fuera, siempre traía algo. Siempre procuraba que estuviéramos bien, la paleta a la salida del odontólogo, el bizcochito de la Cyrano, con kumis que disfrutábamos hasta el último sorbo. Mi mamá me enseñó que la comida no tiene la culpa y cuando estaba comiendo, así llamara el Presidente, no interrumpía, que llamara después.

Mi mami me decía que nunca estamos solos, porque siempre estamos con Dios y la Virgen, me enseñó la grandeza del Rosario, a saludar a las comadres, llamarlas y visitarlas para saber cómo estaban. Me enseñó el amor y la solidaridad con los hermanos y la familia.

Celebraba cada año de vida, cada cumpleaños era muy especial, siempre había ponqué, me enseñó a disfrutar el baile y las fiestas; a pensar en aquellos que no tienen que comer, que cuando se puede bien y si no se puede también, que no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, que familia que reza unida permanece unida.

Todos los días iba a su misa, le gustaba caminar, recuerdo las caminatas hasta el Horizonte cuando íbamos a Fusa, el pan caliente y los plátanos en el horno de la mina, en Suesca, los “sanduches” de queso y bocadillo, las onces en la tarde, y los inolvidables envueltos de mazorca… fueron tantos momentos del corazón, tantas enseñanzas…

MAMI, GRACIAS POR ENSEÑARME A AMAR Y A TENER FE…
SIEMPRE VIVIRÁS EN MÍ


Por otra parte Olga, la hija mayor de Benedicta, quiso contribuir en la celebración de este onomástico, con la siguiente nota a nuestra madre:


A MI MADRE

Hace treinta y un años atendiste el llamado de Dios para irte al cielo, no tenias otra alternativa sino obedecer sus designios, fue dificil aceptarlo.

Es muy triste sentir tu inesperada ausencia, pero se que estas en un maravilloso lugar: "El Cielo", fue el premio que recibiste por haber sido una persona muy especial, creyente de Dios y por el ejemplo de vida que siempre diste.

Fuiste muy piadosa, orabas a diario por tu esposo y por tus hijos (as), tus oraciones de madre seguiran siendo escuchadas, diariamente estas con nosotros (as), se que eres feliz, porque has cosechado en tus hijos (as) todos los frutos que sembraste.

Siento que en la distancia has compartido conmigo todos mis exitos profesionales, laborales y personales que he tenido, en especial del que me siento muy orgullosa, el de  SER MADRE DE RAFAEL, GAIA y JAIME,   a quienes he inculcado todas las enseñanzas que me diste, con tus palabras de motivaciòn y de invitaciòn a ser una buena persona.

Cuando niña y adolescente recibi tu regaño, lo cual ahora te agradezco porque con el y tus consejosque recibi de adulta, siento que querias dirigir mi camino, palabras que hoy  echo de menos.

Hoy , dia de tu onomastico, lo celebraras con Dios, con tu esposo, con tus padres y con tus hermanos (as),  te doy gracias por tu incondicional amor, cuidado, protecciòn, por todo lo que me diste y elevo una oraciòn de infinita gratitud, para que nunca te apartes de mi memoria, ni de mi corazòn, que sigas siendo la luz de mi vida.

Tu mejor Diplomado fue el de ser MADRE, me diste la vida, me enseñaste a caminar, me diste educaciòn, cuidaste mis enfermedades, reiste con mis alegrias y sufriste con mis penas: GRACIAS MAMA.

Las palabras nunca alcanzaran para agradecerte todo lo que hiciste y compartiste conmigo, doy gracias a Dios por ponerme en tu camino, por el hogar que tuve, el tenerte fue la mejor bendiciòn del mundo, tu amor y ejemplo que recibi, fue de una mujer sencilla, paciente, amorosa, alegre, de mucha personalidad, sabia, generosa y con mucha fe en Dios, siempre perduraran en mi vida.

FELIZ CUMPLEAÑOS MAMA

Te desea con mucho amor:

OLGA e hijos.


Para terminar, quisiera extractar un par de párrafos de la carta que le dirigiera a mi Madre el 23 de Abril de 2005, cuando se conmemoraban 19 años de su fallecimiento.

Nos has hecho mucha falta, aunque pareciera ayer cuando nos dejaste, no por tu voluntad sino por la del Altísimo, Voluntad que siempre tu acataste. Recuerdo mucho la fe en Dios que tuviste, y cuán devota eras a la Virgen del Perpetuo Socorro, a quien siempre nos encomendabas, y a quien acudías en busca de consuelo o de ayuda en la solución de nuestros problemas.

Seguramente llegará a ti nuestro clamor cuando estamos preocupados por nuestras necesidades, nuestros padecimientos o dolores físicos o sentimentales, pero confiamos en que en el mundo espiritual estas penas sean atenuadas por la falta de capacidad sensorial. Además, pienso que estando en la presencia de Dios Padre, seguramente intercederás por nosotros para que El nos proteja, nos ayude, nos conceda lo que más nos convenga, y al final de nuestros días nos lleve contigo a disfrutar de su presencia.

Por esto concluyo diciendo: Bendito seas Señor. Bendita seas tu Madre por todo lo que nos diste y por lo que has hecho por nosotros. Señor; Tú nos la diste, Tú te la llevaste a tu Reino. Aceptamos tu voluntad y te bendecimos.

Dios te guarde Benedicta,
El te concedió muchos dones,
Ahora estás en su presencia,
Bendita eres como lo dice tu nombre,
Pues como Madre fuiste la mejor,
Y a tu hogar lo ha bendecido el Señor.

Madre santa y misericordiosa,
Sigue rogando por todos nosotros que te necesitamos,
Ahora y en la hora de nuestro reencuentro contigo.
Así sea.

Referencias:
Memoria de los Abuelos, Rafael Palacios Cortés, Marzo 2007.
Además, los siguientes posts de este mismo blog hacen referencia a Benedicta Cortés de Palacios:
  1.  Recuerdos Familiares (Diciembre 1, 2010)
  2.  Un Relato de las Minas de Suesca (Abril 6, 2011)
  3.  Familia Cortés-Guáqueta (Junio 4, 2011)
  4.  Abelardo Cortés Guáqueta – Personaje de Suesca (Septiembre 9, 2011)
  5.  Benedicta Cortés nació hoy hace 98 años (Febrero 15, 2013)
  6. Los Señores Cortés (Julio 31, 2014)