Wednesday, July 24, 2019

Primer noviazgo de mi padre

A continuación una historia de la vida real, contada por uno de sus protagonistas en septiembre de 2006, cuatro meses antes de su fallecimiento. 

Los abuelos maternos de mi padre fueron Dámaso Sánchez y Carlota Castañeda. Ellos vivían en Suesca, en la vereda del Hatillo, pero luego se trasladaron todos a Chocontá y compraron tierras en la vereda de Saucío. Ellos tuvieron varios hijos: Rosario, Eulogia, Micaela, Maria, Cristina, Concepción, Ildefonsa, Eugenio, Juan, Antonio, y Marcos. María Sánchez se casó con Telésforo Lota, y tuvieron cuatro hijas: Rosa, Avelina, Teodosia y Ubaldina.



Mi padre, Rafael Agapito Palacios Sánchez, tanto por el parentezco como por la vecindad, se conoció con una de las hijas de su tía María Sánchez, y se gustaban mutuamente. Rafael Agapito tenía aproximadamente 25 años, y había trabajado varios años con el Ferrocarril. Establecieron entonces noviazgo, y ya estaban preparándose para contraer nupcias. Comenzaron comprando poco a poco el menaje doméstico, y Rafael Agapito visitaba a su novia con alguna frecuencia, ya que para esa época él tenía arrendada una pieza en un barrio del nordeste de Bogotá, cerca de la estación de la Sabana.

En alguna ocasión Rafael Agapito se encontraba en Chocontá de visita, y estaba tomando cerveza en una tienda con algunos amigos, cuando por coincidencia su tía María entró a dicha tienda. Rafael Agapito por atención a su tía y madre de su novia le ofreció cerveza. Después de tomar varias, Rafael Agapito fue a acompañarla a su casa en Saucío, que quedaba al otro lado del río frente a la de sus padres, con tan mala fortuna que al pasar el puente (en esa época consistía en dos troncos de árbol) se resbaló, y cayó al río. Rafael se lanzó al agua y como pudo la sacó a la orilla, y luego la acompañó hasta su casa.

La tía al día siguiente extrañó que no llevaba su bolsa en la que cargaba su dinero en el seno, y obviamente el primer sospechoso fue mi padre, porque fue quien la acompañó todo el camino, y además el que le había ofrecido cerveza, pudiéndose pensar que la había emborrachado para sacarle su dinero. Ante la sospecha, y como el dinero no apareció por ninguna parte, Rafael Agapito dejó de visitar a su novia.

Después de algunas semanas su tía María al tratar de sacar trigo de un bulto que mantenía en su casa, encontró la bolsa con el dinero, y algunos granos de trigo ya se habían nacido, dado que la bolsa estaba húmeda. Al parecer, la tía un tanto impactada por la caída al río y el efecto de las cervezas que había tomado, inconscientemente guardó su dinero dentro del bulto de trigo, antes de cambiarse de ropa y acostarse, pero no se acordaba.

Al recuperar su dinero, y caer en cuenta que Rafael Agapito no había vuelto, ella para desagraviarlo fue a Bogotá a localizarlo y disculparse, invitándolo a su casa. Fue así como mi padre al recuperar su honra y su tía su dinero, se restableció la amistad con un piquete familiar. Sin embargo, ya para esa época mi padre había conocido a mi madre en Suesca, y llevaban un tiempo tratándose; por lo tanto, la planeada boda no se realizó.