Monday, May 13, 2019

Historia breve de los Muiscas

Retomando el tema de los Muiscas, tribu indígena que pobló el altiplano cundiboyacense, cuya civilización logró grandes avances antes de la Conquista Española, la cual violentamente destruyó la cultura que habían desarrollado (ver post Cultura Muisca publicado en este blog el 3 de septiembre de 2011), y usurpó las posesiones a nuestros antepasados. Intentaré narrar en forma breve lo que fueron los primeros pobladores de estas tierras fértiles y bellas, y principales acontecimientos antes, durante y después de dicha Conquista.


1. Antes de la Conquista


Acerca del origen de los aborígenes en América, los paleontólogos, antropólogos y filólogos sostienen que el género humano no surgió de América, sino que llegó a este continente por diferentes caminos desde Asia, hace entre 40,000 y 80,000 años. Según el antropólogo Eliécer Silva Celis (3), basado en excavaciones realizadas en distintos sitios del altiplano a partir de 1940, el tipo físico de los cráneos encontrados en territorio de los Muiscas es el Braquicéfalo, pero se mezcló con otro grupo racial llamado los Dolicocéfalos, de donde surgió un grupo físico denominado Mesaticéfalos, al cual corresponden los Muiscas. Dentro de este último tipo o grupo racial existieron múltiples tribus que poblaron diferentes regiones de América, y dado que hablaban la misma lengua se llegó a confundir a todos estos grupos indígenas bajo el término Los Chibchas.  

Aunque los Muiscas linguísticamente pertenecían a este grupo, había otras tribus diferentes que se extendieron en diferentes territorios, como los Guambianos en el sur de lo que es hoy Colombia, los Tayronas en la Sierra Nevada de Santa Marta, y otras tribus en Ecuador y Centro América. A la Sabana de Bogotá los primeros pobladores llegaron hace aproximadamente 12,000 años; eran cazadores, pescadores y recolectores de moluscos, frutas y raíces silvestres. Posteriormente, al parecer por las enseñanzas de Bochica, se volvieron más sedentarios, dedicándose a la horticultura y a la fabricación de cerámica. Una vez lograron desarrollar la agricultura en forma más productiva, comenzaron a formarse los poblados (2). 

La historia de este grupo humano, que se llamaron a sí mismos como los Muiscas, se llega a establecer mediante las leyendas que se transmitieron oralmente de generación en generación, hasta cuando llegaron los conquistadores españoles que las recopilaron y difundieron en forma escrita. En estas leyendas (ver post Mitología Muisca publicado en este blog el 22 de Febrero de 2016) sobresalen dos personajes míticos: Bachué, la mujer que salió de una laguna con un niño en sus brazos, el cual en edad adulta se convierte en su pareja y pueblan la tierra. El segundo personaje mítico de las leyendas muiscas es Bochica, el héroe civilizador que les enseñó principios morales y técnicas agrícolas y artesanales, mediante las cuales mejoraron sus condiciones de vida.




Según otra leyenda muisca, el fundador de Hunza (hoy Tunja) fue Hunzahúa y fue el primer Zaque de ese territorio. Luego lo sucedió un sobrino por línea materna, y a éste también su sobrino, como era la costumbre entre los muiscas. Uno de sus sucesores se llamaba Tomagata quien no tuvo hijos. Lo sucedió entonces su hermano Tatasúa, que significa "hijo del sol". Otro Zaque que se distinguió fue Goranchacha, quien hizo levantar en Hunza, un gran templo al sol construído en piedra. En la siguiente foto se puede apreciar una réplica de dicho templo

El cacique más antiguo de la región de Bacatá (hoy Bogotá) fue Saguanmachica, quien resultó herido al enfrentarse cuerpo a cuerpo al Zaque Michúa, y ambos murieron, sucediéndolo su sobrino Nemequene (Hueso de León), quien promulgó una serie de normas de convivencia llamadas el "Código de Nemequene". Este Zipa siguió una política expansionista, enviando a su sobrino y sucesor Tisquesusa a someter a la tribu de los Sutagaos, mientras él se dirigió a Zipaquirá para adueñarse de los territorios del cacique Susa, sometiéndolos en una batalla que se dió en el Boquerón de Tausa. Así Nemequene se adueñó de las poblaciones de Ubaté, Simijaca, Chiquinquirá y Saboyá. Mientras que Tisquesusa sometió a los caciques del Valle de Tenza. El Zipa Tisquesusa fue sucedido por su sobrino Sagipa, a quien le correspondió enfrentar a los conquistadores (1).

2. Durante la Conquista


La denominada Conquista Española se inicia en Abril de 1536 cuando el Gobernador de Santa Marta Pedro Fernández de Lugo designó a Gonzalo Jiménez de Quesada como teniente de una expedición que tenía por propósito descubrir las cabeceras del Rio Grande (hoy el Magdalena), donde se suponía existía una nación civilizada, la cual debía ser sometida a la Corona Española. 

Para esa época, ya Hernán Cortés había dominado el Imperio Azteca, y Francisco Pizarro había logrado conquistar a los Incas en el Perú, y se sabía la riqueza en oro que poseían dichos imperios indígenas. Por lo tanto, era obvio que tras del descubrimiento de las cabeceras del río estaba también la ambición de poder y de riqueza de los conquistadores al dominar a estas naciones. Además, se tenía el propósito implícito de convertir a los indígenas a la religión Católica, a lo cual los españoles estaban acostumbrados después de haber luchado por su independencia de los moros durante más de quinientos años.


En la expedición participaban cerca de 600 hombres por tierra, y 200 navegando inicialmente por mar, para adentrarse luego al interior del territorio utilizando el "río grande" como vía natural de navegación, pero esta expedición fracasó al naufragar en las bocas del río. Un poco después se reorganizó, y pudo encontrarse con el ejército terrestre en el puerto de Sompallón, sobre el río.

La expedición se inició en las estribaciones de la Sierra Nevada, el miércoles 5 de Abril de 1536. Un mes después llegó a Chiriguaná, donde permaneció hasta el 15 de Mayo. El 26 de Julio llegó a Tamalameque; algunos desesperados por el hambre y las enfermedades se devuelven río abajo a localizar la expedición fluvial. Un mes más tarde se reúnen las dos expediciones en Sompallón, donde se celebra una misa y los capellanes logran recuperar los ánimos.

A comienzos de Octubre llegan a La Tora tan solo 220 hombres; los demás han desaparecido, y deciden no continuar buscando las cabeceras del río que se suponía los llevaría al Perú, sino más bien buscar el país de donde proviene la sal que encuentran abundantemente en el camino.

A fines de diciembre se pasa lista y tan sólo contestan 170 hombres, y sólo les quedan 70 caballos. En Enero llegan a la Sierra de Atún, la cual hay que trasmontar para llegar al altiplano, donde encuentran a muchos indios, muchos cultivos y poblados. A comienzos de Marzo llegan a la cumbre de la Sierra Opón, que marca el límite entre la selva y la altiplanicie. Todos se ponen muy contentos, pues son tierras fértiles y ricas. Los indios que las habitan son pacíficos y los hospedan en sus casas.

Después de descansar unos días, reinician la marcha y llegan a Vélez, Barbosa, Saravita, Moniquirá y Sorocotá. Luego pasan por Suta y Tinjacá, y después por Guachetá y Lenguazaque. El miércoles 14 de Marzo de 1537 llegan a Cucunubá y luego a Suesca, donde Quesada hace dar muerte a garrotazos a un soldado por haberles quitado unas mantas a los indios, seguramente para ganarse la confianza de los indios y ponerlos a su favor. A manera de ilustración, a continuación se muestra una fotografía del mural rupestre encontrado en las Rocas de Suesca (3).



El jueves 15 de Marzo Quesada encuentra las tropas del Zipa acampadas en Tibitó, donde se dá la primera batalla entre los dos ejércitos. Los españoles no sólo logran repeler el ataque de los indios, sino que los persiguen hasta Cajicá donde el Zipa tenía sus pertrechos de guerra. Allí pasan la Semana Santa, y en la semana de Pascua pasan por la población indígena de Chía y después llegan a Suba.

En otro post en este mismo blog titulado Gonzalo Jiménez de Quesada y publicado el 20 de Junio de 2011 se narra cómo Gonzalo Jiménez tomó posesión de la sabana, y fundó luego a Santa Fe de Bogotá el 6 de Agosto de 1538, tratando de afianzar sus dominios que le querían disputar otros dos conquistadores que llegaron por rutas diferentes, casi al mismo tiempo: Sebastián de Belalcázar desde Quito, y Nicolás de Federmán que venía de Venezuela. Esta disputa vino a resolverse a favor de Jiménez de Quesada en la Corte de España años más tarde, estableciéndose oficialmente lo que se denominó el Nuevo Reino de Granada.

Mercedes Medina de Pacheco en su libro Los Muiscas (1) hace un balance de todo el oro que los españoles usurparon a los indígenas, ya que durante la expedición de Jiménez de Quesada se llevaba un registro de lo que capturaban a su paso por el territorio de los indígenas, en un llamado Cuaderno de Jornada. Ella se pregunta por qué los conquistadores usurpaban los tesoros a los nativos, si Jiménez de Quesada había amenazado con pena de muerte a los miembros de su ejército que usurparan alguna cosa a los indígenas? La explicación sería que los indios entregaban a los españoles su oro y esmeraldas que eran tan preciados y sagrados para ellos, por dos razones:
  • Algunos españoles eran de tez blanca, barba larga y cabello claro, fisonomía que se asemejaba a la de la leyenda de Bochica, su padre y maestro, y por tanto los consideraron "los hijos del sol"
  • Por otra parte, al ver los indígenas a los españoles montados a caballo pensaron que se trataba de dioses mitad hombre y mitad animal, y había que darles lo que pidieran
Sin embargo, aunque al comienzo se les respetaron sus pertenencias, luego por la ambición de los conquistadores les exigían sus riquezas en nombre del Rey de España, diciendo que él era el representante del único y verdadero Dios, y debían entregarlas a manera de tributo.

3. Después de la Conquista


Veremos ahora cómo los españoles después de perseguir a los indígenas, de dominarlos mediante escaramuzas, tretas y engaños, y de vencerlos en batalla gracias a sus armas, armaduras y cabalgaduras, fueron paulatinamente avasallándolos, despojándolos de sus territorios, sus súbditos, sus tesoros y su dignidad. 

Los últimos Zipas que gobernaron las tribus de los Muiscas fueron:
  • Tisquesusa: este cacique había tratado de apoderarse de las tierras de otras tribus, y esperaba lanzarse con sus ejércitos sobre el Zaque de Hunza, pero justo cuando se avecinaba la conquista española llegaron a un acuerdo y pactaron una tregua antes de entrar en una guerra a la que ya se veían abocados. Cuando Tisquesusa supo que los españoles habían llegado al territorio de los Muiscas, se fue de Bacatá a una casa de recreo que tenía cerca de Facatativá.  Al llegar los españoles y no encontrarlo, pero sí muchas piezas de oro y esmeraldas, uno de sus súbditos confesó a Quesada donde se encontraba su señor. Enseguida salió a perseguirlo y lo encontraron en un bosque, donde un soldado sin reconocerlo como el cacique le dió muerte con una ballesta.
  •  Sajipa: era el sobrino de Tisquesusa y fue quien lo sucedió como Zipa, aunque otros parientes llamados Cuximenegua y Cuximinpaba le disputaron su derecho; entonces Sajipa para asegurar el trono se alió con los españoles, entregándole a Quesada ricos presentes de oro y esmeraldas y prometiéndoles su vasallaje al Rey de España. En esos momentos los Panches atacaron a los españoles, y éstos con el apoyo de Sajipa derrotaron a los Panches en Bojacá. Entonces Cuximinpaba acudió al hermano de Gonzalo Jiménez acusando a Sajipa de haberse robado el tesoro de Tisquesusa. Entonces Hernán Pérez de Quesada hizo que Gonzalo Jiménez apresara a Sajipa, y lo torturaron hasta que entregó más de 3,000 piezas de oro y 60 esmeraldas, pero por la crueldad de las torturas murió; se dice que sus súbditos no volvieron a sonreir. Por su parte Quesada se lamentó siempre de haber ayudado a que se diera esta injusta y cruel muerte  del último Zipa.
Por el lado de los Zaques, los dos últimos fueron:
  • Quemuenchatocha: fue un tirano, y quiso hacer concubina a una india casada; como el esposo la raptó, el Zaque los persiguió y los hizo ahorcar a ambos. El padre del muchacho en venganza lo delató con los españoles, señalándoles el camino para llegar al Templo del Sol donde guardaba su tesoro. Quemuenchatocha tan sólo logró salvar una pequeña parte de su tesoro, haciéndola arrojar al pozo de Donato. Quesada lo hizo poner preso, y murió de pena moral al ver que los españoles se apoderaban de un gran tesoro que guardaba en su cercado.




  • Aquiminzaque: fue el sucesor de Quemuenchatocha, que era su tío, pero en realidad no alcanzó a gobernar, pues los españoles tomaron control de la tribu y sus pertenencias. El último Zaque tenía en ese momento tan solo 22 años, y se preparaba su boda con una princesa muisca. Al llegar a Hunza muchos caciques de los pueblos vecinos a presenciar la boda, los españoles desconfiaron y pensaban que la reunión sería para dar un golpe militar. Todos los caciques fueron condenados a muerte por supuesta traición; antes de ser ejecutado Aquiminzaque  se hizo cristiano, y así terminó la vida del último de los Zaques.

De todos los caciques muiscas el único que enfrentó a los españoles en batalla fue el cacique Tundama, quien no obstante les había enviado presentes con ánimo conciliador cuando ya estaban muy cerca de su cercado, los españoles hicieron caso omiso y lo atacaron, desplazándose él a Duitama que estaba rodeada de pantanos por donde no podía pasar la caballería española. Sin embargo, los derrotaron en un sitio llamado  Los Corrales de Bonza. Tundama se sometió a los españoles comprometiéndose a pagarles tributo en oro. A Tundama lo sucedió su sobrino, quien había sido bautizado con el nombre de Juan, por el Arzobispo de Santa Fe de Bogotá. Pero los españoles para hacerle confesar donde estaban los tesoros de su tío, lo hicieron desfilar desnudo con una soga al cuelo delante de sus súbditos; ante la afrenta, el último Tundama se suicidó en su casa, sin confesar donde estaba el tesoro de su tío.

Otro indígena rebelde fue el sacerdote de Sogamuxi, a quien le tocó presenciar el incendio del Templo del Sol, el principal centro religioso de los Muiscas, provocado por dos soldados españoles, el 4 de Septiembre de 1937, no sin antes sacar una buena cantidad de oro que los fieles indígenas habían acumulado durante años, de la ofrendas que ellos hacían a su Dios el Sol. El sacerdote Sogamuxi, quien se había sometido a los españoles al ser derrotado junto con Tundama, se convirtió al cristianismo. Así fue respetado y querido por los españoles, y sobrevivió 29 años más. Al morir lo enterraron cristianamente en Sogamoso; en su lápida decía:
"Hay gran dolor! Aquí está muerto el Gran Sogamuxi, cacique, señor, amante de su pueblo, el mejor hombre de Cundinamarca; alegría y honra de su tierra, el amigo de los hijos del Sol, al fin reverenció las luces del Sol que resplancdece. Roguemos por su alma".



Con la muerte de los caciques muiscas, se termina propiamente la Conquista Española, y se inicia la evangelización de los indígenas, la cual se llevó a cabo no solo por el clero secular, sino también por las órdenes religiosas que acompañaron a los conquistadores. La primera orden que llegó con Jiménez de Quesada fue la de los Dominicos; precisamente el capellán de su expedición fue Fray Domingo de las Casas. Los Dominicos fundaron conventos en Santa Fé de Bogotá, Tunja, Chiquinquirá, y otro en zona rural de Sutamarchán, cerca de Villa de Leyva, llamado el Ecce Homo.

También los Agustinos vinieron con Sebastián de Belalcázar y acompañaron a Gonzalo Suárez Rendón en la fundación de Tunja, y se radicaron en Santa Fe de Bogotá desde 1575. Fundaron conventos en Tunja, en Villa de Leyva, en Ráquira y en el Desierto de la Candelaria. En 1553 el primer arzobispo del Nuevo Reino de Granada, Fran Juan de los Barrios, trajo la orden de los Franciscanos que fundó conventos en Santa Fe de Bogotá, en Tunja y en Mongui.

La orden de los Jesuítas llegó al Nuevo Reino de Granada a comienzos del siglo XVII, y fundaron planteles para le educación de la juventud criolla en Cartagena, en Santa Fe de Bogotá, en Tunja y en Popayán, pero su labor quedó trunca al decretarse la expulsión de la orden de los Jesuítas en 1767 en todas las colonias de América por la Corona Española, que era ahora regida por la dinastía de los Borbones.

Hubo muchas similitudes entre los ritos religiosos que practicaban los aborígenes, con los de la religión católica, a saber:
  • La orientación de los adoratorios en los templos hacia el oriente, donde nace el sol su Dios, y donde nació Jesucristo
  • El agua como elemento purificador
  • La música y los aromas en los ritos religiosos
  • La Bachué de los Muiscas y la Virgen María en la religión católica
  • Las peregrinaciones a los lugares sagrados
  • Las procesiones en celebraciones especiales
  • Chibchacum para los indígenas y San Cristóbal para los españoles, ya que ambos cargaban el mundo sobre sus hombros.
Con base en las anterores semejazas, los templos doctrineros y las plazas de los pueblos sirvieron para atraer y aglutinar a la población indígena en torno al sitio donde se daba el adoctrinamiento y se practicaban los ritos de la nueva religión. Precisamente, el templo parroquial de Suesca dedicado a Nuestra Señora del Rosario, construído en 1601, fue fundado por los frailes dominicos con el propósito de servir en la evangelización de los pueblos conquistados por los españoles (5).

Referencias bibliográficas


(1) Los Muiscas: Verdes Labranzas, tunjos de oro, subyugación y olvido, Mercedes Medina de Pacheco, Academia Boyacense de Historia, Tunja, Boyacá, Colombia, 2006

(2) Los Muiscas: Pensamiento y Realizaciones, Francisco Beltrán Peña, Cuarta edición, editorial Nueva América, Colombia, 1993

(3) Murales rupestres polícromos en la Sabana de Bogotá, Diego Martínez Celis, Rupestre.web Colombia

(4) Los Chibchas: Hijos del Sol, la Luna y los Andes, José V. Rodríguez C, Universidad Nacional de Colombia, Departamento de Antropología, Alcaldía Mayor de Bogotá, 2011

(5) Suesca: Rocas de las Aves, Alcaldía Municipal de Suesca, Instituto Departamental de Cultura, Gobernación de Cundinamarca, 2015

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