Friday, September 9, 2011

Abelardo Cortés Guáqueta - Personaje de Suesca

            Son muchos los recuerdos que los miembros de la familia Cortés-Guáqueta, amigos y relacionados aun conservamos de don Abelardo Cortés Guáqueta, a pesar de haber transcurrido más de 40 años desde su fallecimiento. Uno de ellos es la foto siguiente, que lo muestra en el apogeo de su existencia, al poco tiempo de casado con su esposa Graciela Sánchez, y con una expresión de felicidad en su rostro.




El propósito de esta artículo es reconstruir algunos de los principales aspectos de la vida de este personaje, como un reconocimiento a sus cualidades, méritos y realizaciones, y como un testimonio de gratitud que sirva a la vez como referente a las nuevas generaciones del Municipio de Suesca.

Comenzaré por narrar algo de su origen humilde y el desenvolvimiento inicial de la familia Cortés-Guáqueta, etapa durante la cual se destacan los trabajos por él realizados, sus luchas y ansiedades, así como también sus sueños y aspiraciones, y las dificultades que tuvo que vencer en pos de un ideal.

Juana Guáqueta fue su madre, y Apolinar Cortés su padre. Ella era muy jovencita cuando se casó (13 años) y él era ya mayor de 35 años al contraer nupcias en la Iglesia de Suesca hacia el año 1900. En los años 1890s había trabajado como cochero de Carlos Holguín Mallarino, quien fue Presidente de la República de 1988 a 1892 y tenía su hacienda en Suesca.

A pesar de la diferencia de edades pudieron procrear 9 hijos: Marcelino, María Ascensión, Procesa (Prola), Dolores (Lola), María Helena, Nieves, Benedicta, Abelardo, e Hipólito (Polo). En un artículo anterior de este blog ya había hecho referencia a la Familia Cortés-Guáqueta y sus descendientes, lo cual me permite abreviar esta etapa.

Dada la continua enfermedad de Apolinar, le correspondió entonces a Juana asumir la crianza de los hijos y el sostenimiento del hogar. Además de la siembra y cultivo de un pequeño terreno heredado de los padres de Juana, ella misma comerciaba en pequeña escala comprando sal en Nemocón, y ella misma la cargaba en sus espaldas para venderla en Machetá, o intercambiarla por productos de primera necesidad en el hogar.

Afortunadamente la hija mayor, María Ascensión (Maruja), cuando ya era señorita comenzó a trabajar en una hacienda de la familia Holguín con la cual habia trabajado su padre, y con su escaso sueldo algo les podía ayudar, o por lo menos les alivió la carga. En la medida en que los hijos mayores se casaron fueron dejando el hogar, quedando tan solo los hijos menores al cuidado de su madre.

Abelardo nació el 14 de Febrero de 1917, o sea justo dos años después de su hermana Benedicta quien había nacido el 15 de Febrero de 1915. Los dos hermanos estuvieron no sólo muy cerca en fecha de nacimiento, sino también en afectos. No obstante ser uno de los hijos menores, acompañó a su madre en su lucha contra la pobreza, y desde niño comenzó a trabajar en las minas de carbón en Suesca.  

En su juventud Abelardo, habiendo ahorrado de su escaso salario como trabajador minero, construyó en terrenos que había heredado su madre del abuelo Felipe Guáqueta, una casa donde vivió con “Mamajuanita” como cariñosamente le llamaba, su hermana Benedicta y su sobrina Inés. Aproximadamente en 1943 se trasladaron a la nueva casa que aún existe al pie del puente sobre el río Bogotá, y sobre la carretera que conduce al poblado de Suesca. En un artículo anterior titulado “Recuerdos familiares” se muestra una foto de dicha casa. Allí Benedicta, siguiendo la sugerencia de su hermano Abelardo, instaló una tienda, pues él le decía que “había que ponerle la trampa al centavo”

Un episodio de esta época digno de mencionarse es cuando siendo Abelardo aún muy joven (22 años) y trabajaba en las minas de San Vicente. Allí se distinguió como líder obrero, lo que le valió para que lo nombraran presidente del sindicato. En ese entonces el brillante abogado Jorge Eliécer Gaitán, después de haber sido Presidente de la Cámara de Representantes en 1931, había fundado en 1933 un movimiento político (Unión Izquierdista). Luego fue nombrado Alcalde de Bogotá en 1936.

Como su causa fue siempre social, simpatizó mucho con los sindicatos y la clase obrera, y en general con los desposeídos. Esto lo llevó en cierta ocasión a visitar a Suesca en busca de adeptos a su causa política, y se puso en contacto con el sindicato de la más poderosa mina de carbón en ese entonces,  la de San Vicente. Fue así como Abelardo organizó la recepción al líder político en Suesca, y en tal reunión quien llevó la vocería de los asistentes fue su hermana Benedicta (mi madre), a quien él respetaba y quería mucho.


Años más tarde, no obstante haber sido derrotado por la división del partido Liberal en las elecciones presidenciales de 1946, Jorge Eliécer Gaitán se perfilaba como Director único del Liberalismo y candidato para la elección presidencial de 1950, pero fue asesinado el 9 de Abril de 1948, protagonizándose uno de los capítulos más oscuros de nuestra historia, la cual desestabilizó totalmente al país y sus instituciones. 


Como consecuencia de su papel de dirigente sindical, muchos empresarios del carbón le tenían desconfianza a Abelardo por la amenaza que él representaba si sus obreros se sindicalizaban y reclamaban sus prestaciones legales. A la vez se ganó la antipatía de algunos de sus compañeros, lo cual lo llevó a buscar otro empleo.


Entró entonces en contacto con don Alfonso Bueno Medina, un paisano suyo a quien conocía muchos años atrás, y quien si apreciaba las cualidades del joven Abelardo, y le propuso que fuera su capataz en las minas de carbón que poseía en la vereda de Cacicazgo. Allí se desempeñó por aproximadamente seis años, desarrollando sus habilidades administrativas y su don de liderazgo.

Después de esa experiencia, en la que adquirió una mayor visión del negocio del carbón, decidió iniciar una  nueva fase en su desarrollo personal: la de empresario. Compró entonces con sus ahorros un lote de terreno que comenzó a explorar en busca de yacimientos de carbón, y después de invertirle trabajo y dinero por varios meses, logró encontrar la veta del mineral.

Esto cambió el estilo de vida de Abelardo, mas no su vocación de minero que fue siempre su derrotero. Fue así como con los ingresos que le producía la venta del carbón pudo construir otra casa en el pueblo, muy cerca de la plaza principal.

Hacia 1948 Abelardo constituyó la empresa “Carboneras ABC”. A mediados de ese año su cuñado Rafael Agapito se retiró de los Ferrocarriles, y en esa época estaba para finalizar el litigio que habían iniciado años atrás para recuperar los terrenos que había heredado Benedicta de su abuelo materno (ver artículo Recuerdos Familiares en este blog), donde estaban localizadas otras minas de carbón.

Una vez entregada la finca correspondiente a su dueña, pero reducida a una tercera parte del terreno original, Abelardo y Rafael Agapito formaron una sociedad limitada que se llamo Carboneras Unidas ABC y San Rafael para explotar conjuntamente los yacimientos de carbón que allí existían.

Como económicamente le estaba yendo bién, Abelardo compró dos lotes de terreno en Bogotá, en la calle 57 con carrera 8ª, y comenzó a construir en uno de ellos una casa estilo Inglés. La casa era bastante grande y cómoda: tenía dos pisos y mansarda; amplio garaje, donde entraban camiones, pues inicialmente alli funcionó depósito de carbón. En esa época se cocinaba en la mayoría de las residencias en estufas de carbón, y por lo tanto el carbón era artículo de primera necesidad.

A finales de 1951 terminó la casa, y allí se fueron a vivir tanto Abelardo, como su madre Juana, sus hermanas Maruja y Benedicta, su hija Clara Beatriz, Rafael Agapito y sus dos primeros hijos. Por ser grande la casa y varias las personas que allí vivían, algunas de las sobrinas vinieron a colaborar. Yolanda Mora, hija de Helena Cortés, le ayudaba a  Benedicta en la crianza de los primeros hijos. Luego se ennovió con Abdón Moncada natural de Suesca, quien en esa época manejaba un camión de Rafael Agapito, y se casaron en Suesca, siendo padrinos de la boda Rafael Agapito y Benedicta.

A continuación se muestra una de las pocas fotos que quedaron de esa casa, tomada en 1953 cuando Clara Beatriz estudiaba en el Colegio de María, e hizo una presentación de “La Violetera” en la sesión solemne de ese año. La acompañan sus primos Luis Felipe y Rafael.




Unos años mas tarde Abelardo inició otra empresa de gran aliento, cual fue la construcción de un edificio de apartamentos de 4 pisos y 10 apartamentos en el lote contiguo a su casa, lo cual le tomó varios años de esfuerzos y cuantiosos recursos económicos.

Así transcurrió algún tiempo de mutuo entendimiento y colaboración, hasta que Abelardo empezó a cansarse de tener toda la responsabilidad sobre las dos minas, y un día le dijo a Rafael Agapito que a él ya “le dolían los pies bajando a las minas de  Benedicta”. Decidieron separarlas, y desde entonces Rafael Agapito se desempeñó como administrador de las propiedades de su esposa, creando la empresa “Minas de Carbón Mineral San Rafael”.

Abelardo Cortés Guáqueta logró amasar gran fortuna, pues además de su casa, vehículo lujoso, edificio de apartamentos, también compró otras minas que extendieron su propiedad a más de 60 fanegadas, todas con explotación minera y ubicadas en Suesca. Sus ingresos habían crecido también proporcionalmente, mas asi también los problemas, pleitos, gastos y atenciones con abogados, ingeniero, autoridades locales y jurisdiccionales.

Fue muy refinado en el vestir, llegando a tener una colección de trajes nuevos, confeccionados por el afamado sastre Prieto Rincón, quien tenía su sastrería en Chapinero, el principal sector comercial de Bogotá en esa época. En su cuidado personal usaba lociones finas, y se daba gusto en restaurantes de primera categoría (Témel, Moisés, Maizal, Félix, etc). En algunas ocasiones nos invitaba cuando éramos niños, para darnos gusto en “sitios principescos” como él los llamaba.

El además era generoso con los sobrinos, y sus hermanas. A más de atenciones, también les daba dinero a la mano, sobre todo cuando éramos niños. A él acudían además todos los miembros de la familia cuando estaban en dificultades. Pero a la vez algunos de sus sobrinos fueron su apoyo durante su época de empresario.

El primero en unirse al tío fue Ricardo Mestizo, hijo de Maruja, quien se casó con Dora Reyes, oriunda de Santander, y tuvieron siete hijos: Ricardo, Rodolfo, Nubia, Rubén, Ramiro, Nelson y Juan Carlos. Después de retirarse del Ejército, Ricardo fue el capataz de Abelardo en las Minas ABC durante varios años, y después se independizó comprando una estación de gasolina en la carretera Central del Norte, en el municipio de Sesquilé, en el punto de entrada a la carretera local que conduce al poblado de Suesca.

Otra sobrina muy cercana fue Fanny Mestizo, hija de Maruja, quien tenía su casa cerca de la de Abelardo en la vereda de Cacicazgo. Ella se casó con Julio Maldonado, quien era peluquero de profesión. “Fanicita” como carinosamente le decimos, era normalmente la persona encargada de preparar piquetes para ocasiones especiales, como salidas en pleitos, o invitaciones a abogados o autoridades del Municipio, paseos o celebraciones familiares como bautizos, bodas, etc.

Otro sobrino quien jugó papel importante en la empresa de Abelardo fue Arístides Mestizo, hermano de Ricardo y de Fanny, quien trabajó con Abelardo desde cuando estudiaba en la escuela, y después de prestar su servicio militar en 1952 entró a colaborar con el tío Abelardo en las Minas ABC. Luego reemplazó a su hermano Ricardo como capataz cuando él se independizó  en 1964, y allí trabajó hasta finales de 1970.

Fue entonces cuando decidió casarse con Carmen Alicia Castillo, oriunda de Suesca, y profesora de profesión. En 1971 Aristides comenzó a colaborarle a Rafael Agapito como Capataz de las Minas San Rafael hasta 1985 cuando se retiró. Inicialmente vivieron en una casa a la entrada del pueblo. Como dato curioso su primera hija a quien se llamó Carmen Alicia igual que su mamá, fue la primera niña que nació en el entonces Puesto de Salud de Suesca.  Después construyó una casa en Bogotá a donde se trasladó, y allí nacieron tres hijos mas: Fabio Aristides, Angela María, y Rafael.

La siguiente foto tomada hace aproximadamente cincuenta años, muestra a Abelardo con su esposa Graciela, su suegro Manuel, su madre Juanita, y los dos primeros hijos del matrimonio, Mabel Juana y Abel Iván, en el patio de la casa de la Calle 57.




En la siguiente foto aparecen a la salida del Teatro Colombia (hoy Jorge Eliécer Gaitán),  Abelardo, con Rafael Agapito, Benedicta y sus hijos Luis Felipe, Rafael, Olga y Amparo, Graciela y su padre, don Manuel Sánchez. El evento correspondía con el grado de bachiller de Luis Felipe Palacios Cortés en Noviembre de 1964.


Ya casado y en la madurez de su vida, y cuando estaba a punto de culminar un segundo edificio en la calle 52 con carrera 16 en Bogotá, Abelardo ya soñaba con otra empresa titánica: la construcción de un nuevo edificio de apartamentos, pero de 20 pisos. Desafortunadamente esta empresa no la alcanzó a emprender, como tampoco llegó a disfrutar el segundo edificio que construyó antes de morir.

El año de 1971 fue de grandes acontecimientos, que repercutieron en el transcurrir de la vida de la familia Palacios-Cortés. El primero fue la celebración de los 25 años de vida matrimonial de Rafael Agapito y Benedicta, el 27 de Abril; y el segundo fue un accidente automovilístico que tuvo Abelardo llegando a Bogotá el sábado anterior a dicha fecha, cuando venía de Suesca con sus hijos Iván y Javier. Por razones que se desconocen, el auto que venía a alta velocidad, dió tres volteretas antes de quedar volcado en una cuneta.

Los dos niños salieron ilesos, pero Abelardo tuvo una fuerte conmoción cerebral y lesiones internas. Abelardo fue llevado de urgencias a la clínica Shaio al norte de Bogotá, pero no obstante los cuidados médicos y la tecnología de la clínica, no fue posible salvarle la vida. Falleció justamente al día siguiente de la celebración de las Bodas de Plata, a la temprana edad de 54 años.

Se puede decir a manera de resumen que Abelardo Cortés fue gran luchador y visionario. Gracias a su esfuerzo y visión, lideró a la familia Cortés-Guáqueta y logró amasar una buena fortuna como empresario y constructor. Una de sus mayores satisfacciones fue cuando su hija mayor Clara Beatriz se graduó como abogada en la Universidad Externado de Colombia. Ese día Abelardo le organizó a su hija una gran fiesta en el Club Militar. Luego de su grado ella fue nombrada Juez Municipal de Guasca, y después de Soacha, siguiendo así la carrera judicial hasta alcanzar la posición de Magistrada de la cual se retiró recientemente. A continuación se muestra una foto en la que aparece Abelardo bailando con su hija mayor.




Al despedirlo de esta vida terrena, su sobrino Luis Felipe Palacios Cortés, actualmente médico del Hospital de Suesca, dijo las siguientes palabras el día de sus exequias frente al mausoleo de la familia, que conjuntamente habían construído Abelardo y Rafael Agapito en el cementerio de Suesca:


 Puedes descansar con la tranquilidad y el sosiego de quien ha cumplido su labor,
de quien ha sembrado la semilla buena y de la que se esperan los mejores frutos,
pues tu obra fue meritoria y grande,
cual grande es el dolor y el vacio que dejas en nosotros;

No te venimos a decir adios Tio, sino hasta siempre,
pues permanecerás en nuestros pensamientos y en nuestros corazones
hasta que un día también nosotros podamos reunirnos contigo”.





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